Imagine que el jefe de la oficina donde trabaja le
informa que en una semana deberá exponer los resultados de la gestión del último
semestre. Si su reacción inmediata es preparar la presentación oral, lo
más seguro es que saldrá bien librado del compromiso, sobre todo si toma en
cuenta lo que hemos señalado en los temas anteriores del Curso de Retórica,
pero si su respuesta es de angustia y siente que el mundo se le viene encima,
es posible que usted sea otra víctima de un fenómeno que afecta a muchas
personas: el miedo escénico.
El miedo escénico es una respuesta psicosomática
que se manifiesta con temblor general, sudor, hipotermia, taquicardia, bloqueo
mental, y otros signos y síntomas. Esa respuesta es producida por el
organismo frente a una situación de peligro inminente, que en el caso que nos
ocupa es infundada y estimulada por el temor de equivocarnos, de bloquearnos o
de ambas cosas, lo que seguramente no ocurrirá si usted se prepara conscientemente.
Es lógico pensar que al dirigirse a un auditorio
usted estará sometido al escrutinio del público y eso le generará angustia.
Pero no se preocupe. Si usted está bien vestido (nos referimos a sobriedad y
pulcritud), su voz resulta agradable desde el inicio de su intervención,
refleja seguridad en usted mismo y tiene dominio absoluto del tema, ese
escrutinio se diluirá minutos después de que comience a hablar. Entonces el
problema parece estar centrado en la preparación previa que deberá hacer para
lograr esa seguridad y dominio del tema que son la columna vertebral de su
disertación.
La mayoría de los profesionales sólo sienten algo
que podemos llamar "un pequeño susto" antes de pararse frente a su
auditorio, pero desaparece una vez que salen al escenario (porque tienen dominio).
Así ocurre con los comunicadores sociales, que en la mayoría de los casos no
leen, pero su formación les facilita hablar a la audiencia sin un texto. En el
caso de un orador el asunto se complicaría mucho si no conoce bien el tema que
va a tratar, algo que no debería ocurrir. Lo bueno es que siempre saldremos
airosos si hacemos una buena preparación, que es la clave para lograr el dominio
escénico.
Por eso, a partir de este momento usted ya no
pensará más en el miedo escénico sino como la descripción de una situación que
superará y que va a sustituir con el dominio escénico, que comienza con
la imagen, la presentación personal y el atractivo personal, temas que hemos tratado
en los temas previos.
El dominio escénico le permitirá concentrarse en su
discurso, en la idea que quiere comunicar y en la forma en que logrará mejor su
objetivo a través de los matices, fuerza e intención que le imprimirá a sus
palabras a través del énfasis, los gestos y las posiciones del cuerpo.
El énfasis es lo que nos permite darle fuerza y
carácter a las palabras. Para hacer énfasis en la literatura recurrimos a los
signos de puntuación, a las mayúsculas, a las negrillas, a las itálicas o
al subrayando de voces o frases. En la oratoria lo hacemos
mediante la entonación, la intensidad, el ritmo y la gesticulación.
Los gestos forman parte del lenguaje corporal y
cuando hay incoherencia entre las señales verbales y las no verbales hay una
tendencia del receptor a confiar más en éstas. Según Albert Mehrabian, citado
por Pease “(…) el impacto total de un mensaje es verbal en un 7 por ciento
(palabras solamente), 38 por ciento vocal (incluye el tono de la voz, los
matices y otros sonidos) y 55 por ciento no verbal” (PEASE, Allan. “El Lenguaje
del Cuerpo” P. 12) Pease agrega que “los investigadores han registrado casi un
millón de claves y señales no verbales.” Tenga presente que los gestos son
universales y no se limitan a las manos, también los hacemos con los brazos,
las piernas, expresiones de la cara y con la orientación y desplazamientos del
cuerpo.
La gesticulación en el discurso no debe ser
exagerada y debe tener total correspondencia con lo que dice. Nunca “dibuje”
con sus manos unas comillas en el momento en que se refiere a frases o ideas
que ameritan un aire de dubitación o de relatividad. Eso equivale a dibujar un
signo de interrogación con el dedo índice, para luego decir sin entonación
alguna: “Se imaginan qué hermoso sería el mundo sin guerras” e inmediatamente
dibujemos el signo de cierre de la interrogación para que el público interprete
que la frase que acaba de pronunciar sin entonación alguna, es una pregunta.
Jamás diga: “dos puntos”; “puntos suspensivos”,
“abro (o cierro) comillas”, etcétera. ¿Acaso cuando hablamos decimos: “punto y
aparte”, “punto y seguido”, “coma” o "abro interrogación"? Debemos
conocer y usar los recursos adecuados para expresar los giros e inflexiones que
el texto nos indica con los signos de puntuación (si estamos leyendo) o el
carácter que queremos darle a nuestras palabras (si no leemos) lo que
lograremos a la perfección con movimientos de la cabeza, expresiones de la
cara, cerrando un poco los ojos, frunciendo los labios, haciendo una corta
pausa, etcétera, lo que permitirá a nuestro auditorio interpretar ese carácter
de las palabras que deseamos poner de manifiesto. Cuando cite una frase o
declaración de una persona simplemente diga: “cito” justo antes de la frase que
va a evocar y “fin de la cita” inmediatamente después de culminarla pero,
reiteramos, ¡NUNCA DIBUJE LAS COMILLAS! (perdóneme
por gritar así).
Ejercicio.
1. Recuerde una estrofa de algún
poema que conozca o memorice el siguiente:
Los zapaticos me aprietan,
Las medias me dan calor
Y el beso que me dio mi madre
Lo llevo en el corazón.
2. Convoque a personas de su entorno
familiar, laboral o amistades.
3. Declame la estrofa varias veces
dándole por lo menos seis de los siguientes matices:
Tristeza (acaban de comunicarle
el fallecimiento de un ser querido)
Enojo
Risa (carcajadas por un chiste
muy bueno)
Miedo
Sollozo
Regaño
Reflexión
Debate (refutando opinión
contraria)
Llanto inconsolable
Sorpresa
Solemnidad
Felicidad (celebrando una gran
noticia)
Óscar Manuel Romero
Muy bueno e interesante este artículo. Si hubiera que darle un título llamativo al artículo, yo le pondría: 'Del Miedo Escénico al Dominio Escénico'. Muchas gracias por el aporte.
ResponderEliminarExelente me encantó leer esto
ResponderEliminarEntonces no veo tratar el dominio escénico como el actor en la practica escénica
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