viernes, 30 de noviembre de 2012

El género (y II)

Hoy continuamos (y finalizamos) con el género, para lo cual recurrimos al libro “Gramática de la lengua española” de Emilio Alarcos Llorach. Al respecto el autor continúa exponiendo lo siguiente:


“En sustantivos que tienen significante léxico idéntico, las diferencias que establece el genero pueden aludir a otros aspectos de la realidad ajenos a la diversidad sexual. Puede ser la dimensión o la forma del objeto designado lo que obligue a elegir el masculino o el femenino: jarro / jarra, cesto / cesta, mazo / maza, cubo / cuba; o la diferencia entre usuario e instrumento: el trompeta / la trompeta, el espada / la espada; o la distinción entre árbol y fruto: cerezo / cereza, naranjo / naranja, manzano / manzana, ciruelo / ciruela, castaño / castaña. Estos últimos sustantivos podrían considerarse como derivados con género diferente de una misma raíz, paralelos a los que establecen la diferencia genérica mediante sufijos u otros recursos: nogal / nuez, haya / hayuco.”

(…) “Algunos sustantivos se combinan con cada uno de los géneros, alterando así su significado y la designación que efectúan en la realidad, de modo que podrían considerarse como dos signos de significado diferente y con significante común u homófono. Nótese la oposición de sentido entre los masculinos el frente, el editorial, el corte, el orden, el margen, el cometa, el coma, el cólera, el tema, el parte, etc., y los femeninos la frente, la editorial, la corte, la orden, la margen, la cometa, la coma, la cólera, la tema, la parte, etc.

Contrario es el caso de los sustantivos llamados ambiguos, los cuales, sin modificar su significado, admiten la combinación con los dos géneros: el mar y la mar (pero siempre masculino el plural los mares), arte cisoria y arte románico (pero plural artes gráficas), azúcar moreno y azúcar blanca (pero plural azúcares refinados), el dote o la dote (pero plural las dotes).”

(…) “La variedad de designaciones a que aluden los dos géneros y la arbitrariedad en muchos casos de la asignación de masculino o femenino a los significados de los sustantivos impiden determinar con exactitud lo que significa realmente el género. Es preferible considerarlo como un accidente que clasifica los sustantivos en dos categorías combinatorias diferentes, sin que los términos masculino o femenino prejuzguen ningún tipo de sentido concreto. Funcionalmente, el género es un mero indicio de ciertas relaciones del sustantivo con otras palabras del enunciado. Claro es que el género resulta a veces significativo, puesto que la sustitución del masculino por el femenino (y viceversa) repercute en la designación que se hace (como en los ejemplos gato / gata, jarro / jarra, etc.). Pero ¿qué diferencia de sentido aporta la presencia de masculino en muro y la de femenino en pared a las ya manifiestas por las raíces de los dos sustantivos? En verdad, en esos casos, el género solo sirve para indicar las relaciones con otras palabras del enunciado. Por ejemplo, el género femenino adscrito al sustantivo plata solo sirve, en enunciados como El candelabro de plata vieja o El candelabro de plata viejo, para señalar la conexión o la inconexión de plata con el adjetivo.”

(…) "Por último, de los dos géneros, el masculino es el de mayor extensión, y el femenino el de mayor intensión. Quiere esto decir que cuando el uso lingüístico ha decidido la indistinción de los géneros, lo que se emplea en la expresión es el significante propio del masculino. Así, en los padres, los reyes, los hombres se significa la fusión de ambos géneros (esto es, el padre y la madre, el rey y la reina, los hombres y las mujeres) cuando tales expresiones se oponen a otras como los hijos, los príncipes, los animales; pero sigue siendo vigente el masculino cuando se manifiestan en oposición a los femeninos las madres, las reinas, las mujeres.

En conclusión, el género es un accidente o morfema que caracteriza al sustantivo, dotándole de una de las dos posibilidades combinatorias que llamamos masculino y femenino, las cuales, mediante la concordancia, permiten la manifestación explícita de ciertas relaciones entre las unidades (o palabras) del enunciado. Al mismo tiempo, el género puede servir de indicio diferencial de las realidades designadas por el sustantivo (sexo, tamaño, etc.)."

Tomado del libro “Gramática de la lengua española” de Emilio Alarcos Llorach. Espasa, 1999 Pp. 62-63

Óscar Manuel Romero.

1 comentario:

  1. Qué opina sobre el uso de género masculino y femenino en discursos? Ej. Buenas tardes niños y niñas..

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