viernes, 28 de junio de 2013

El contexto


Foto: Ensil Gómez
Una imagen dice más que mil palabras, pero no siempre refleja la verdad. Apenas nos enseña la “realidad” captada en un milisegundo, no el contexto. Es increíble cómo, por ejemplo, incluso en un ambiente laboral o profesional donde reine el desánimo, un grupo de personas de ese entorno, como por arte de magia, mostrará su mejor sonrisa en el momento en el que alguien les diga: “miren para acá” con una cámara fotográfica en sus manos, presta a emitir ese sonido (hoy artificial) del obturador abriéndose y cerrándose en un tris. Luego alguien de la hipotética compañía podría publicar la instantánea en las redes sociales o en los medios, para que todos vean al “grupo de alegres trabajadores de nuestra empresa” pero en esa foto no veríamos las caras de esas mismas personas durante el resto de las siete horas, 59 minutos y 59 segundos y fracción, de su amarga jornada laboral.


Con las palabras puede ocurrir algo parecido, sea porque no escuchamos bien, sea porque no le prestemos atención al contexto. No es lo mismo su misión que sumisión; con dones y condones, que a su vez puede ser preservativos o también el presente del subjuntivo, primera persona del singular del verbo condonar. Si usted dice el hecho así, sólo esas dos palabras, un hipotético receptor que deba tomar el dictado podría escribir helecho. La palabra podría ─que acabamos de emplear─ por sí sola puede significar podrida en lenguaje vulgar. El vocablo banco tampoco nos dirá mucho sin ese “Entorno lingüístico del cual depende el sentido y el valor de una palabra, frase o fragmento considerados” que el DRAE nos define como contexto, que además es idéntico a con texto en su prosódica o sonido.

No se trata de una nimiedad. En el momento de redactar un discurso, un artículo, un ensayo, etc., debemos estar muy atentos, sobre todo cuando hacemos la revisión. Por eso es recomendable ensayar y grabar nuestro discurso y evaluarlo posteriormente, ya que no es fácil detectar posibles cacofonías, distorsiones o enredos con los que las palabras suelen sorprendernos. Por cierto, la cuarta acepción de contexto en el DRAE es precisamente: “Enredo, maraña o unión de cosas que se enlazan y entretejen”. Siempre debemos tomar en cuenta el contexto, porque si decimos “deposité 100 euros en el banco” nadie con “cuatro dedos de frente” debería pensar que “puse” el dinero sobre un asiento de la plaza o entre un promontorio de arena. Si usted dice “las herramientas de estudio” nadie mentalmente sano pensaría en el uso de martillos y cinceles como los recursos didácticos idóneos para “meternos” conceptos en la cabeza.

Esto del contexto también es útil como “ingeniería inversa”, para evitar que los (des)contextualizadores por excelencia (entiéndase políticos) nos sorprendan en nuestra buena fe. Debemos estar atentos a nuestra realidad cotidiana para no dejarnos embelesar por quienes nos muestran una “fotografía del país” donde vemos a un grupo de risueños ciudadanos rodeados de necesidades, y reclamos, y miseria. Sonríen porque alguien les dijo “miren para acá”. Pero la realidad –el contexto– nos permite darnos cuenta de que esa foto refleja apenas un instante. Es solo el fragmento de un tiempo más amplio, y acaso más triste.

Óscar Manuel Romero.

Fuente: Diccionario de la Real Academia Española. Vigésima segunda edición.

1 comentario:

  1. Hola! Quieres aprender todo lo necesario para dar excelentes talleres y presentaciones? Mira el curso online: "Crea cursos, talleres y presentaciones originales", haciendo click aqui abajo o copiando el enlace y pegandolo en tu navegador.

    https://www.udemy.com/presentacionesinteractivas/?couponCode=DESCUENTO1

    ResponderEliminar