viernes, 27 de julio de 2012

El presidente ¿es un buen orador?

Determinar si un presidente, primer ministro, monarca o cualquier otra persona (no nos referimos a nadie en particular) es un buen orador o no, depende de un análisis objetivo cuyo resultado generará opiniones diversas, no obstante, debe fundarse en los principales factores que intervienen en la actividad oratoria: el orador y el discurso. Un análisis subjetivo  arrojará resultados que dependerán de la simpatía o antipatía del analista y la posición o cargo que ocupa el orador, en cuyo caso se establece una relación directamente proporcional a su jerarquía: mientras más elevada, mejor orador será considerado el personaje aunque sea pésimo en la materia (priva la adulación y sus efectos). Si se trata de regímenes autoritarios o de gobiernos que pretenden no ser tales, los análisis objetivos brillarán por su ausencia, so pena de ser víctimas del más absoluto ostracismo.


Primer factor: el orador. 

Lo primero que percibimos en un orador es su imagen, más allá de la presentación personal, que también es importante. Un traje formal no será necesariamente la mejor forma de vestir para una presentación oral. La vestimenta debe ser compatible con el tema, el objetivo, los intereses y características del público y el lugar donde se hará la actividad. Una actitud sobria, serena y segura genera la primera imagen del presentador. Un chiste iniciando el discurso será su peor enemigo y si piensa balbucear disculpas y decir que no merece estar allí o que hará un gran esfuerzo por hacerlo bien, mejor que ni siquiera se presente en el recinto.

La imagen del orador puede cambiar durante su disertación, dependiendo de la preparación que haya tenido en el corto, mediano y largo plazos. En el largo plazo incluimos las recomendaciones de cuidado e higiene de la voz y la realización de algunos ejercicios de respiración, vocalización y articulación. En el mediano plazo (dos o tres semanas antes) el conferenciante debe dedicarse a investigar el asunto sobre el cual tratará, aunque sea un experto en la materia. También debe realizar ejercicios de respiración y de relajación por lo menos desde una semana antes de la fecha de su disertación. Un orador consuetudinario debe realizar estos ejercicios dos veces por semana, como mínimo. Evaluar si el orador realiza estos ejercicios no siempre es tarea fácil, pero si no es así garantizamos una disfonía inocultable 20 o 30 minutos después de haber comenzado a hablar.

El orador debe tener dominio escénico. Los gestos, entonación, intensidad y ritmo deben tener correspondencia con las palabras y deben ser deliberados y ensayados, así como los desplazamientos en la tarima, cátedra o proscenio (en muchos casos el orador no debe desplazarse).

Segundo Factor: el discurso

El entrenamiento del orador no tendrá gran efecto en el público si el discurso no fue preparado y ensayado conscientemente. Debemos documentarnos si desconocemos la materia o actualizarnos aunque seamos expertos. Para ello es necesario escribir el discurso cumpliendo con los pasos que hemos señalado en otras notas de este blog (invención, disposición, elocución, retoque y acción) y organizarlo de manera que haya introducción con una duración aproximada de 10 % del tiempo total, desarrollo (80 % aproximadamente) y conclusión (10 % aproximadamente). 

La duración del discurso dependerá de su naturaleza. Una cátedra tiene un tiempo estipulado, que por lo general son 90 minutos. Una conferencia o una disertación no deben prolongarse más allá de 40 o 45 minutos. Una alocución presidencial o de un alto dignatario puede extenderse por más de una hora, según la gravedad o importancia del discurso, pero considere que un buen orador debe ser capaz de comunicar su mensaje en el menor tiempo posible. Siendo flexibles, digamos que un presidente, primer ministro, rey, etcétera, necesitan hasta dos horas para decir sus mensajes.

Existe el mito de que un buen orador no necesita leer sus discursos pero no es verdad. Escribir (y leer) el discurso denota dedicación, pasión, entrega del orador. (¿cuál figura retórica acabamos de emplear? Puede dejar un comentario o responder a través de twitter.com/manualoratoria). No importa si se trata de un discurso escrito por un tercero porque el orador participa activamente en su redacción y corrección. De hecho, casi todos los presidentes y gerentes de grandes empresas del mundo disponen de redactores de discursos. Discurrir sin leer debe ser la excepción, pero tome en cuenta que esto no aplica, por ejemplo, para un docente, para un legislador o para un candidato cuando hace un mitin político, aunque eventualmente sus realizadores deban leer textos.

El empleo deliberado de figuras retóricas es esencial en un discurso. Durante la elocución escrita o cuando hacemos el retoque, debemos seleccionarlas y ubicarlas según el efecto que buscamos: agregar matices elegantes o dirigir el ánimo del oyente (¿identifica la figura retórica en la frase anterior? Puede dejar un comentario o responder a través de twitter.com/manualoratoria). Si el orador lee su discurso podemos inferir que cualquier figura que identifiquemos fue empleada deliberadamente, aunque pueden estar allí por pura casualidad. Recordemos que usamos muchas de ellas sin darnos cuenta. Para hacer esta evaluación debemos conocer las principales figuras retóricas. Finalmente debemos evaluar si el orador comete vicios de dicción. Son muy variados pero ya nos hemos referido a estos en distintas oportunidades. Entre otros: anfibología, equívocos, incorrecciones, solecismos, pleonasmos, diástole y sístole, muletillas, coletillas, reverberación, metátesis, circunloquio, digresión, etcétera.

Evaluación del orador 

Primera parte. A las siguientes preguntas coloque un punto si la respuesta es "Sí" y cero si la respuesta es "No"
 
¿viste según la ocasión?                                         ___
¿refleja seguridad en él mismo?                               ___
¿domina la escena?                                                ___
¿conoce el tema que desarrolla?                              ___ 
Total:                                                                     ___

Segunda parte. A las siguientes preguntas coloque cero si la respuesta es "Sí" y un punto si la respuesta es "No".
    
¿Inicia discurso con un chiste?                                 ___
¿Pide disculpas por su incompetencia?                     ___
¿culmina disfónico?                                                 ___
Total:                                                                      ___

Al total de la primera parte réstele el total de la segunda parte. 

Resultado:    4 puntos: el orador se preparó y domina la escena.
                    3 puntos: el orador está calificado pero falló en (indicar la falla).
                    2 puntos: el orador tiene serias fallas en (indcar fallas) Debe prepararse mejor.
                    1 punto o menos: la persona no está preparada para pronunciar un discurso.

Evaluación del discurso 

Primera parte. Proceda igual que en la primera parte de la evaluación del orador.

¿tiene introducción, desarrollo y conclusión?                ___
¿introducción, desarrollo y conclusión tienen
duración adecuada?                                                    ___
¿es escrito?                                                               ___
¿incluye figuras retóricas?                                           ___
Total:                                                                         ___

Segunda parte. Proceda igual que en la segunda parte de la evaluación del orador.
¿tiene vicios de dicción?                                              ___
¿excede duración de 1 hora*?                                      ___
Total:                                                                          ___

Al total de la primera parte réstele el total de la segunda parte.

Resultado:    4 puntos: el discurso fue redactado adecuadamente.
                   3 puntos: el discurso debe mejorar (indique el aspecto a mejorar).
                   2 puntos o menos: el discurso adolece de múltiples fallas (indicarlas).

Evaluación general (suma de evaluaciones de orador y discurso)

               7-8 puntos: excelente discurso/orador.
               5-6puntos: algunas deficiencias (identificar) que deben ser superadas.
               4 puntos o menos: discurso deficiente (Identificar las fallas). Redactar de nuevo.

A partir de esta evaluación puede elaborarse un informe que refleje el análisis cualitativo de cada aspecto del discurso, por ejemplo: ¿cuáles figuras retóricas se emplearon? ¿con qué frecuencia?, ¿fueron acertadas o pudo emplearse otra y cuál? Si se trata de un discurso escrito y el análisis es hecho antes de pronunciarlo, servirá para mejorarlo o para hacer recomendaciones. Si ya fue pronunciado su utilidad se limita al aprendizaje para mejoras futuras.

Los aspectos relacionados con el orador serán útiles para indicarle en qué debe mejorar. 


(*) Considere objetivos, importancia y naturaleza del discurso. Desde 40 minutos (disertación o conferencia) hasta 2 horas (alocución presidencial en casos muy especiales).

                                                                                                  Óscar Manuel Romero.

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